Los factores de transferencia son cadenas de péptidos, una secuencia de aminoácidos, producidos por linfocitos-T activados. Los linfocitos-T son células de nuestro sistema inmune y constituyen la primera línea de defensa ante la invasión de un patógeno externo, ya sea un virus o una bacteria.
Tras el nacimiento, la única forma de que el sistema inmune reciba entrenamiento para enfrentar virus y bacterias específicos es a través de dos medios: 1) las vacunas y 2) los factores de transferencia. Los factores de transferencia se transfieren de madre a hijo a través del calostro de la leche materna y a diferencia de una vacuna, no contienen antígenos ni producen anticuerpos; sino que sensibilizan al sistema inmune ante amenazas generales y específicas, entrando en los linfocitos-T y activando una cadena de señalización celular que prepara al sistema inmune para el embate.
Sin factores de transferencia, ante un nuevo patógeno, el sistema inmune debe descubrir cómo atacarlo; buscar sus antígenos y producir anticuerpos. Esta respuesta puede tardar varios días. Sin embargo, cuando el sistema inmune está estimulado por los factores de transferencia, la respuesta es mucho más rápida y se lleva a cabo en menos de 24 horas. Así que podemos decir que son aceleradores de la respuesta inmune.
Existen dos tipos de factor de transferencia. El factor de transferencia inductor y el factor de transferencia específico de antígeno. El primero, induce al sistema inmune para tener una respuesta general más rápida, lo que implica que el virus o bacteria no alcance niveles de concentración críticos y los síntomas sean más leves para el paciente. El segundo, el factor de transferencia específico de antígeno, es un factor de transferencia que contiene información de un patógeno en específico y que, si bien no es un antígeno, le permite preparar al sistema inmune una respuesta mucho más específica y rápida contra un patógeno; reportando en algunos casos síntomas muy leves o nulos tras la infección.
De manera práctica, una vacuna se traduce en inmunidad inmediata. Es un arma diseñada específicamente contra un virus específico y es devastadora. Si el virus ataca, en el momento en que llega a la sangre es neutralizado.
Un factor de transferencia específico de antígeno pone en alerta al sistema inmune y le proporciona información sobre cómo puede atacar a un patógeno. Si el virus ataca, el sistema inmune no tiene que probar todo su arsenal, sino que ya tiene información sobre qué tipo de ataques pueden funcionar. Esto se traduce en una respuesta rápida y certera.
Un factor de transferencia inductor solamente pone en alerta al sistema inmune. Es importante mencionar que, en contraste con las vacunas, el factor de transferencia contiene información útil para luchar contra virus, así como bacterias, y es útil en conjunto con la quimioterapia, para tratar otras enfermedades como el cáncer.
Biofactor es un factor de transferencia inductor y específico de antígeno; pues es de origen animal. Esto permite inocular al espécimen con diversos virus y bacterias, para que genere factores de transferencia específicos de antígeno; por lo que prepara al sistema inmune en lo general y en lo particular contra el embate de diversos patógenos, entre los que se incluyen: influenza, herpes zoster, varicela, sarampión; etc.
Otros factores de transferencia en el mercado, derivados de dializados de leucocitos humanos son factores de transferencia inductores únicamente, dado que los donantes de sangre son humanos y no pueden ser inoculados para producir factores de transferencia específicos de antígeno.
Si bien, el factor de transferencia no previene el contagio como una vacuna, Biofactor permite armar al sistema inmune para una respuesta rápida y certera. Al mismo tiempo, es útil para combatir el cáncer y otras patologías, como las alergias.
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Referencias: